Confinados entre palmeras

Durante nuestro viaje low cost por el sudeste asiático decidimos desviarnos e ir a Maldivas. Pensamos que un mes allí no destrozaría nuestros planes, y nos apetecía mucho visitar las playas tropicales del país. Con eso en mente organizamos un viaje de un mes. Específicamente a la isla Maafushi.

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El nuevo coronavirus empezó a salir en los medios de comunicación unos días después de que llegásemos. Al principio no le dimos demasiada importancia y nos centramos en explorar la isla, bucear y hacer diferentes excursiones. Pero cuando se iba acercando la fecha de nuestro vuelo estábamos un poco asustados de la situación, así que decidimos extender nuestro visado y darle algo de tiempo al planeta para recuperarse del virus. Teníamos pensado quedarnos otro mes y, para compensar el presupuesto, en vez de volver a India iríamos directamente al siguiente destino, Bangkok, el 23 de marzo. Durante el nuevo mes queríamos centrarnos en actualizar nuestro blog y bucear más en estas maravillosas aguas.

Entonces unos amigos decidieron venir a visitarnos a Maldivas, y tenían el vuelo de vuelta también el 23 de marzo. Estábamos muy contentos porque desde noviembre del 2019 no veíamos a nuestra familia ni a nuestros amigos. Con el tiempo, la situación con respecto al virus tuvo un cambio más bien brusco y, en vez de ir a mejor, empeoró bastante. Empezó a extenderse por todo el mundo y también afectó a nuestros países (especialmente a España). Pero bueno, teníamos Tailandia como próximo destino. No había problema, ¿verdad? Pues sí. Tailandia quedó fuera de nuestras posibilidades al cancelar el visado a la llegada para distintos países, entre ellos Rumanía. No gente que hubiese estado en Rumanía en los últimos catorce días, si no TODAS las personas con pasaporte rumano. Lo único que podríamos haber hecho es ir a la embajada tailandesa en Rumanía y solicitar el visado allí. También añadieron otro requisito para todos: un informe médico que diga que no estamos infectados por el SARS-CoV-2 y, por tanto, que no tenemos el COVID-19. ¿Pero cómo se supone que íbamos a volar desde Maldivas a Rumanía solo para pedir el visado y después volar otra vez a Asia? Primero, costaría demasiado dinero. Segundo, es una situación caótica en la que no podríamos saber seguro si podríamos salir de Rumanía una semana después. Así que decidimos quitar también a Tailandia de la lista y quedarnos más tiempo en Maldivas. 

El 17 de marzo, a las 15:00, el gobierno de Maldivas comunicó la suspensión temporal de check-ins a turistas en hostales y hoteles. En otras palabras, no se podrían reservar habitaciones en hoteles y hostales porque los check-ins estaban prohibidos. Esto aplicaría a partir de las 18:00 del mismo día. Nosotros habíamos estado en la playa todo el día sin internet. Nos enteramos cuando volvimos al hostal sobre las 20:00, porque otra persona que se alojaba allí nos lo contó.

Para entonces ya sabíamos casi seguro que nos teníamos que quedar más tiempo en Maafushi y, en cualquier caso, nosotros ya estábamos alojados en un hostal. Quedarnos más tiempo sería extender la estancia, no hacer un nuevo check-in. No sabíamos seguro cuántas noches más estaríamos y queríamos encontrar una solución antes de confirmar con el hostal. En recepción nos aseguraron que no habría problema y que lo dijésemos cuando lo supiésemos. Nos dijeron que no cerrarían si nosotros necesitamos una habitación. Así que nos relajamos.

Las islas se cerraron, lo que quiere decir que los tours, excursiones y demás en las islas se cancelaron. No más viajes entre islas locales para turistas. El gobierno, además, intentó minimizar al máximo la interacción entre gente local y los turistas que permanecíamos en el país. Solo teníamos una opción: salir. Pero como no había muchos turistas más y la interacción con gente local se evitaba dentro de lo posible, la única forma de ir al aeropuerto era reservar un bote para un viaje privado, es decir, por tu cuenta. Para ir más barato habría que encontrar otros turistas que viajen el mismo día, entre los pocos que quedamos en la isla, y compartir el coste (150 USD).

Al día siguiente cancelaron el vuelo de nuestros amigos de Male a Doha, donde después cogerían otro vuelo a casa. De los tres vuelos a Doha operados por Qatar Airways, solo uno seguía volando, pero ya era tarde para reservar los tickets, así que se tenían que quedar más tiempo. Estuvimos considerando opciones tanto para los cuatro como para solo nosotros dos por si ellos encontraban la forma de volver pronto. Pero toda alternativa que pensásemos dejaba de ser posible al día siguiente. Todos los días se cancelaban más vuelos, así que comprar un billete no era una garantía de poder volar. O bien porque los países cerraban fronteras o porque las reglas de los visados cambiaban. Así que decidimos relajarnos y esperar dos semanas en nuestro hostal.

Pero claro, como ya hemos mencionado, toda alternativa dejaba de ser posible cuando nos empezábamos a decidir. Nuestro hotel ya había planeado el cierre el 26 de marzo. Es decir, sin decirnos nada ya habían decidido que cerraban, así que eso de que podíamos quedarnos tanto tiempo como necesitásemos ya no era verdad.

Más sitios cerraron también. Centros de buceo, de excursiones, hoteles, restaurantes… Y los trabajadores en muchos casos simplemente se quedaron sin empleo. Mientras, nosotros necesitábamos un sitio donde dormir, pero no podíamos encontrar ninguno porque nuevos check-ins estaban prohibidos. Afortunadamente, un trabajador de otro hostal (y después de dos meses en la isla, casi que nuestro amigo) nos ayudó a encontrar alternativas. Algunas de ellas requerían que el hostal donde estábamos en el momento hiciese algún documento, pero eso ya sabíamos que sería difícil, si no imposible. Así que preferimos otra opción, que fue hablar con el departamento de sanidad en el hospital e intentar encontrar una solución con ellos.

Allí nos pusieron en contacto con la policía, que fueron muy amables con nosotros, nos escucharon, preguntaron datos para entender qué pasaba y llamaron a muchos sitios, o muchas veces. También hablaron con diferentes hostales y, después de unas dos horas con nuestro caso, nos dijeron que podríamos ir donde quisiésemos y que, si no nos querían dar alojamiento por la prohibición del gobierno, les dijésemos que hablasen con la policía y ellos les aclaraban la situación. Al día siguiente los demás hoteles y hostales ya sabían que podrían aceptar check-ins de la gente que aún se encontrase en la isla.

Lo que os contamos aquí tan rápido pasó en algo así como una semana. Tuvimos una semana de estrés en vez de disfrutar al 100% este sitio paradisíaco con los amigos que tanto habíamos echado de menos. Así que ese día mientras cenábamos en la terraza de uno de nuestros sitios favoritos, que también es hotel, la dueña escuchó nuestra historia y decidió ayudarnos. Vimos las habitaciones, que son geniales. Balcón con vistas al océano, los mejores desayunos de la isla según muchos turistas, y empleados súper atentos. Un poco caro, pero merecía la pena. Después de lo que habíamos pasado decidimos quedarnos. Los cuatro nos merecíamos relajarnos y desconectar tanto como fuese posible antes de ver qué vendría después. Además, la dueña retrasó el cierre del hotel y nos aseguró que podríamos quedarnos las dos semanas que estimábamos necesitar para encontrar un vuelo de vuelta.

Durante la semana hicimos diferentes cosas en la isla e intentamos desconectar de todo el estrés que tuvimos. Fuimos a la playa, nos levantamos pronto para ver el amanecer, hicimos muchas fotos, nos lo pasamos genial con TikTok… Vamos, que tuvimos muy buenos momentos con nuestros amigos. Lo que no sabíamos era que al final de la semana nuestros amigos se irían. Les notificaron con tres días de antelación que habían conseguido cambiar su vuelo. Así que no pudimos disfrutar completamente del final de la semana, aunque tampoco nos creíamos que se fuesen a ir, porque cada día cancelaban más vuelos. Pero no, no se canceló. Entonces todo empezó a sentirse más real. Se irían en unas horas y nos dejarían solos aquí otra vez. Tuvieron suerte y encontraron otras cinco personas con el mismo vuelo, así que compartieron el transporte privado al aeropuerto. El sábado a las 17:00 se fueron y fue uno de los momentos más tristes que hemos tenido en los últimos meses. Volvimos a la habitación desmotivados con lágrimas en los ojos. Estábamos acostumbrados a estar solos; ya llevamos muchos meses viajando solo los dos. Pero después de dos semanas con ellos, todos los días, nos hizo acostumbrarnos a la situación y la separación fue difícil.

Tras eso necesitábamos encontrar la solución para nosotros y pasamos dos días mirando opciones. Estamos escribiendo esta historia en el balcón con la brisa del mar y escuchando la naturaleza en una isla casi vacía. Desconectando de la búsqueda de soluciones y contándote todo lo que ha pasado hasta ahora y nuestra situación actual. Nos debatimos entre dos opciones: intentar ir a Europa o quedarnos más en Maldivas y ver qué pasa.

Volver a Europa es algo difícil, dadas las circunstancias, y algo peligroso. Los gobiernos de nuestros países no están poniendo ninguna facilidad para volver desde Maldivas. Además, Andrada no puede entrar en España. Sergio no puede entrar en Rumanía. Así que, aunque los gobiernos estuviesen intentándolo, no podríamos volver juntos. Solo podríamos ir a Alemania juntos, pero ya no residimos allí ya que dejamos todo y nos fuimos, con lo que ello implica. La esperanza es que parte de nuestra familia y amigos sí residen allí y podríamos quedarnos en sus casas. Gracias a ellos, que pusieron mucho empeño en encontrar información y hablaron con distintos organismos del gobierno para ver cómo podemos entrar, sabíamos una forma de que nos dejasen entrar. Pero la decisión final es de la persona que nos toque en el control policial en el aeropuerto. Si el que vivíamos allí antes de viajar, que nuestra familia aún vive allí y tenemos donde quedarnos y que tenemos un seguro de salud que también nos cubre en Alemania son razones suficientes para dejarnos entrar, podemos estar juntos y con familia en Europa. Pero nada lo garantiza. Podríamos ser rechazados en Alemania y tampoco podríamos volver a Maldivas, y dependeríamos de que nuestros gobiernos nos rescatasen del aeropuerto, y ya tendríamos que estar separados. Otra dificultad es que los vuelos están horriblemente caros ahora, y las versiones menos caras son con compañías aéreas que podrían cancelar los vuelos en cualquier momento. Maafushi no tiene casos de COVID-19, y la gente aquí es súper agradable. Incluidos unos cuantos españoles que están aquí y que hacen más fácil la idea de quedarnos más tiempo con estas circunstancias.

Por otro lado, nadie nos puede garantizar que la situación vaya a ir a mejor a corto plazo. Aquí gastamos dinero cada día en hostales, no solo comida. Estamos separados de nuestras familias y amigos, y nuestro visado expira a finales de abril. El gobierno probablemente solucionará los problemas de la gente con los visados, seguro, pero el hecho es que estamos en un país que no es el nuestro ni Europa durante todo este problema y, si llegase a la isla, la situación sería mucho más difícil para nosotros. Y, aunque no llegase a la isla, puede que haya problemas con las fuentes de comida y agua, porque aquí traen todo en barcos. Los demás españoles podrían irse en algún momento si hubiese un vuelo de rescate desde España, el cual Andrada no podría coger, y nos quedaríamos los dos solos en una isla donde los hostales podrían cerrar, ya que no pueden funcionar con solo una habitación ocupada.

[NUEVA INFO] Mientras terminábamos esta historia nos han informado de que los vuelos desde Maldivas que estábamos mirando se cancelan hasta finales de abril. Qatar Airways, la otra alternativa (más cara) parece también estar cancelado. Así que la decisión ha sido tomada antes de que nos decidamos. Esto ha hecho que retrasemos publicar esta historia, pero ya tenemos un sitio donde quedarnos cuando salgamos de este hotel, que cierra el 6 de abril. Vamos a quedarnos encerrados en esta pequeña isla indefinidamente, hasta que tengamos una vía segura de ir a otro país de Europa juntos, o seguir viajando.

Si has leído hasta aquí, probablemente ves que nuestra situación no es fácil y es un poco estresante. Seguimos encerrados, no podemos salir y continuar los viajes y tampoco podemos ir a casa con nuestra familia y eso lo va a hacer algo más difícil de llevar. Pero no lo malentiendas, no estamos mal aquí. Estamos seguros y sanos, que es lo más importante. Ahora que es seguro que nos tenemos que quedar, vamos a centrarnos en disfrutar de donde estamos. Nos entristece lo que está pasando en todo el mundo, pero intentamos mantenernos optimistas y enviaros buenas energías a todos. Os seguiremos contando cómo evoluciona todo y qué acabamos haciendo. Si tienes alguna sugerencia o información útil, cuéntanoslo. Agradecemos toda posible ayuda.